Educación popular

¿Se puede transformar la realidad sin transformarnos a nosotros mismos? Está es una pregunta que encierra muchos debates. Están quienes plantean que las condiciones materiales deben modificarse para modificar la cabeza y quienes plantean lo opuesto. En la historia muchas experiencias políticas han buscado dar respuesta a esta pregunta.

   En Azulado pensamos que para transformar la realidad es fundamental revisar nuestras prácticas y pensamientos como colectivo, a la vez que buscamos el camino hacia un cambio radical del sistema en que vivimos.

   Pero para ello necesitamos desarrollar herramientas que faciliten el debate, la reflexión y la participación para convertirnos cada vez más en esos hombre y mujeres nuevas. Una herramienta que supere a cada individuo y junto a otros lo constituya en un ser librepensador, capaz de analizar la realidad y transfórmala.

   En ese sentido, nuestros espacios, talleres, festivales, murales, encuentros, son instancias donde se construye el conocimiento entre todos, sin abandonar los saberes que traemos pero revisándolos y volviendo sobre nuestra prácticas transformados.

   Así la educación popular que intentamos llevar adelanten no se trata de una corriente más dentro de todas las educativas, sino de una forma de educación emancipadora y critica. El alumno no ocupa un lugar pasivo sino por el contrario es sujeto, es creador y partícipe activo de la construcción del conocimiento.

   Es además la oportunidad de acercarse a experiencias y saberes nuevos que están alejados de las clases populares por considerarlos no aptos para los empobrecidos. El arte en todas sus expresiones, por ejemplo, o la lectura, son mundos que fueron negados a los más necesitados. Desde este espacio pretendemos acercar y apropiar toda forma de expresión como propia y utilizarla para nuestros propios intereses de clase.

    No es posible pensar en una revolución social si creemos que desde las clases dominantes recibiremos la formación necesaria para hacerlo. De ninguna manera existe la posibilidad de que esa educación nos sea “otorgada” tanto por el estado como otras instituciones, por eso urge construirla desde abajo, en la lucha diaria. Que la alfabetización acompañe los procesos más duros del camino, y nos permita mejorar nuestra praxis.

    Como ya lo dijo el gran maestro Freire, la educación no va a cambiar a el mundo sino a las personas que van a cambiar el mundo. Y ese desafío está en nuestras manos.